El ritmo no perdona

Pedro la miró fijamente, la quiere besar pero no se atreve.

Sara lo miró fijamente, lo quiere intimidar pero no puede.

Pedro y Sara coinciden en una fiesta, y automáticamente sus cuerpos se amoldaron al ritmo de las canciones que comenzaron a sonar en ese momento, las chispas saltaron inmediatamente, fueron como uno solo, un engranaje.

En el aire, se respiraba candor, pasión, deseo, alegría... había un acuerdo implícito de que no bailarían con otras personas (pacto que se rompió, sin embargo cuando bailaban con otras personas, ellos no podian dejar de mirarse, era una suerte de celos compartidos).

Esa misma madrugada, antes de acostarse, Sara lo llama para desearle buenas noches....

Al día siguiente, al levantarse muy temprano lo primero que pensó Sara fue en...........Pedro. Pero pensó en él no solo porque la pasó excelente por el ambiente, el trago, la música, sino porque fue con Pedro, con quien compartió casi toda la noche..... su forma de ser, sus bromas, su actitud......

Lo que comenzó como un juego de intimidación para Sara, se convirtió por un momento en una pregunta que viene merodeando por su pequeña cabecita... ¿es que acaso estaba comenzando a sentir algo mas por él?