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domingo, 14 de febrero de 2010

Sobre choclos y prejuicios


Soy de las personas que les gusta observar mucho (y es de ahí donde saco ideas para muchos de los post - por no decir todos- los que he escrito).
 
Pues bien, hoy un completo desconocido me enseñó a que no debemos ser tan prejuiciosos.

Estaba con mi carrito de "hacer" compras, parada en la sección de frutas, cuando de pronto,  vi entrar a dos chicos, vestidos de un modo... llamémosle "no adecuado".

Mi primera reacción (ante el instinto de "sobrevivencia") fue agarrar mi cartera bien fuerte y evitar mirarlos ( tú sabes siempre me han dicho que cuando te asalten no mires la cara al "choro" porque te matará para evitar ser reconocido).... y es que para ser totalmente sincera, lo primero que piensas es : ¿cómo dejaron entrar a estos individuos si tienen mas cortes que muerto despues de una necrospia???. Pues bien, uno de estos chicos me sorprendió en todo sentido - y es que en realidad pocas personas me sorprenden-

Resulta que una persona muy "correcta y fina", vestida de un modo "adecuado" dejó caer un choclo (si un choclo, sé que suena estúpido, pero era un choclo con toda su cáscara), sin embargo, dicha persona sólo atinó a mirar al suelo, y ni siquiera tuvo la "delicadeza" de levantarlo, simplemente lo REmiró y siguió su camino, como si nada hubiera pasado, es más, al parecer, de tanto mirar el choclo,  sufrió un ataque de hambre y se dirigió a la zona "embutidos" para "embutirse" los pedazos de jamonada y hot dog que ofrecían las señoritas impulsadoras del supermercado.

Ante ello (y es que yo odio que la gente bote las cosas como si el piso, la calle, la pista fuera un tacho universal), me preparaba para ir y levantar el bendito choclo, cuando pasó otra persona "muy fina" por cierto, pero que volvió a cometer el mismo ritual.... la señora miró el choclo, pero lo dejó pasar... asumí que por su peso y talla era probable que, si se agachaba, se le hubiera roto el pantalón.

En vista de ello, agarré mi carrito de "hacer" compras y antes de llegar a rescatar al pobre choclo y ponerlo en su sitio, el chico del que les hablé al principio de este post, ya había visto ese choclo, se dirigió a este sin titubear, lo levantó lo limpió y lo colocó en su lugar y pude leer sus labios al decir... ¿por qué hay gente tan mal educada?. 

Me sentí estúpida y avergonzada de mi prejuicio con este muchacho, si, el mismo chico  que parecía un prontuariado recien salido de la cárcel, dejó boquiabiertos a todos los que estaban por ahi (y que pensaban lo mismo que yo sobre su condición penal). Nos enseñó a todos un poco de la "fineza y educación" que creemos tener pero que no aplicamos. Este muchacho me enseñó eso y más...

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